sábado, 29 de marzo de 2008

De todo un poco


Un poco de todo puede ser mucho

¿Dónde estábamos cuando nacimos?

¿Que era el tiempo cuando estábamos en el vientre materno?

¿Hacia donde mirábamos cuando nada buscábamos?, ¿hacia donde miraremos cuando ya no nos quede nada que mirar?.

¿Dónde estaba el ayer que fue y no es o el mañana que nunca llega?.

¿En que creíamos cuando la fe ni existía?, ¿en que creeremos cuando ya no quede nada en que creer?.

El que cree que sabe le cierra las puertas al aprender.

El que cree que sabiendo enseña, ni enseña ni aprende.

El que habla supuestamente enseña y el que realmente aprende es el que sabe escuchar.

El que cree que sabe aún le queda mucho por desaprender.

El que cree que ya llegó aún no ha salido.

El que va de maestro, será siempre un mal discípulo y el que va de discípulo, será siempre un esclavo.

El que ve en la dualidad lo falso, descubrirá lo verdadero y el que cree conocer lo verdadero, jamás descubrirá lo falso.

El que tiene respuestas necesita preguntas y el que tiene preguntas, no necesita respuestas.

El que sabe que no sabe vivirá en un continuo aprender y el que cree saber precisa desaprender.

El que sabe que no sabe, sabe que no se puede enseñar lo que no se sabe y en el no saber es donde comienza el aprender.

El que sabe mantenerse en el centro hallara el equilibrio.

La práctica de la meditación, divide al que practica de la practica y de lo fragmentado jamás surgirá lo total.

La práctica nace del ensayo y el ensayo de la rutina, las creencias nacen del miedo y del miedo nace la fe.

La falta de fe es de insensatos, la fe de los incautos y el “no lo se” de los equilibrados.

Cuando creemos afirmamos y de la afirmación surge la religión. Actuamos desde el ayer, proyectando el futuro desde el aquí y ahora.

El aquí y ahora son los pilares donde se sustentan el ayer y el mañana.

Cuando amo y esclavo sean uno, cuando maestro y discípulo rompan la dualidad germinará la libertad.

Cuando no busquemos y no encontremos, es ahí donde hallaremos.

Cuando busquemos respuestas acertadas y no las encontremos esa será la respuesta correcta.

Mientras que el equilibrio fluctúe entre el ayer y el mañana, nunca viviremos total y completamente el aquí y ahora.

El tao que se puede decir no es el tao, el camino que se puede nombrar no es el camino, la meditación que se puede practicar no es meditación.

Lo que nos diferencia de los animales es la capacidad de razonar las cosas de una forma lógica, cuerda, sensata, equilibrada.

Equilibrado, sensato es el que sabe mantenerse en el centro.

El equilibrio nace de la cordura, la sensatez, lo razonable (el desequilibrado es aquel que no sabe mantenerse en el centro). El desequilibrio surge de no saber centrarse, equilibrarse entre los diferentes condicionamientos, ideas o creencias que hacen que inclinemos la balanza hacia un lado o hacia el otro, hacia la creencia o no creencia, el teismo o el ateismo, pero tan insensato, tan desequilibrado es creer como no creer.

Las puertas del aprender, las cerramos cuando creemos que ya sabemos y solo se volverán a despejar cuando nos demos cuenta que no sabemos.

Hemos desvirtuado la palabra creer haciendo de esta una afirmación que la aleja de la realidad.

¿Podríamos vivir sin afirmar, rechazar, ni admitir ni desmentir?

Somos nacidos moribundos desde el primer aliento de vida. La vida y la muerte se complementan, la una no puede ser sin la otra.

Ciego es el que no ve y sordo el que no oye, pero el que no quiere ni ver ni oír, con el autoengaño ha de seguir.

La muerte de la mente es vivir por completo el aquí y ahora.

Para que florezca lo nuevo, lo viejo ha de morir.

Para vivir lo desconocido, ha de morir lo conocido.

La vida y la muerte son dos caras de una misma moneda.

El sentido de la vida es saber quien pregunta por el sentido de la vida. El que pregunta y el que responde, el que piensa y lo pensado, el que experimenta y lo experimentado, el observador y lo observado, pareciendo diferentes son lo mismo.

Somos productos del pasado, que se encuentran en el aquí y ahora proyectando el futuro.

La mentira y la verdad siendo diferentes se asemejan.

El tiempo es un movimiento en un continuo aquí y ahora.

Del autoconocimiento surge el observador y de este la atención que es meditación.

El yo pertenece al tiempo y desde lo temporal jamás conoceremos lo atemporal.

La vida tiene amos y esclavos, pero tan solo le pertenece a quien la vive.

La muerte llega como ladrón en la noche y no distingue entre maestros y discípulos, ricos o pobres.

La muerte no nos pertenece, es de todos y nadie la quiere.

La muerte no tiene un lugar, esta en todas partes y jamás la encontrarás.

El principio de la sabiduría es saber que no sabemos nada y lo que creemos saber es lo que otros dicen conocer.

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