sábado, 29 de marzo de 2008

¿Quien soy yo?

Cuando uno comienza a conocerse a sí mismo la primera pregunta que ha de hacerse es:

¿Quién soy yo?

Cuando nos hacemos esta pregunta fundamental podemos advertir que nuestra mente se llena de múltiples respuestas, todas ellas procedentes de los diversos condicionamientos. Si uno fuese espiritista diría que soy el espíritu, otro diría el alma, él yo supremo, la esencia divina etc.

Pero no nos damos cuenta de que, el que hace la pregunta y el que da la respuesta es el mismo. Es el pensamiento el que pregunta ¿Quién soy yo? Y es el que responde, soy el alma, el espíritu, él yo superior etc. Y el pensamiento no es nada de esto, el pensamiento es la respuesta de la memoria y la memoria es lo aprendido en el ayer que es traído al presente, se modifica y continua hacia el futuro. El pensamiento pertenece al tiempo y lo que es del tiempo no puede saber que es lo intemporal. El pensamiento es palabra, sin palabra no hay pensamiento y la palabra nos la enseñaron de pequeños, lo mismo que nos enseñaron a creer en Dios, el espíritu, o eso está bien y eso está mal.

Cuándo nos preguntamos a nosotros mismos:

¿Quién soy yo?.

No debemos de aceptar ninguna respuesta pues todas son falsas, vienen de las palabras, la memoria, el conocimiento, el condicionamiento, la sociedad, el ayer, los libros, las escrituras, vienen de otros y lo que otro diga carece absolutamente de valor.

Si seguimos preguntándonos cada vez mas profundamente, llegara un momento en el que no obtendremos ninguna respuesta. Cuando no llegue ninguna respuesta y solo quede un vacío, las preguntas nos parecerán absurdas, nos damos cuenta que las preguntas y las repuestas proceden de la memoria, es el pensamiento el que pregunta y responde. En el momento que no obtenemos ninguna respuesta es cuando nos estamos acercando a la respuesta, pues la mente se ha vuelto silenciosa, solo hay atención, observación.

En el espacio que existe entre dos pensamientos es donde está la respuesta a ¿Quién soy yo?.

¿A quien se le apareció ese pensamiento?

La mente es como una pantalla, como un espejo que refleja imágenes, símbolos, pensamientos, deseos, miedos, sensaciones, etc. Y el problema radica en que nos identificamos con esos destellos que van y vienen sin rumbo fijo y en la mayoría de las ocasiones sin sentido. Hoy creemos en una cosa y mañana en otra, ahora deseamos una cosa y luego otra, hoy nos gusta esto y mañana aquello. La inestabilidad nos rodea por doquier, lo que somos hoy en nada se parece a lo que fuimos ayer –psicológicamente hablando- lo que creemos hoy en nada se parece a lo que creíamos ayer. Y esa inestabilidad no es producida por nada externo a nosotros, somos inestables porque la mente misma es inestable y desde esa inestabilidad buscamos algo que sea estable, fijo.

Si estamos atentos al movimiento de la mente podremos apreciar que todo pensamiento surge de nosotros mismos se nos aparece a nosotros mismos, no hay ninguna diferencia entre el pensador y el pensamiento, entre el que piensa y lo pensado.

El que produce la felicidad, el sufrimiento, las depresiones, los deseos, los miedos, los apegos etc. El que lo experimenta y el que quiere que se repitan o no esas experiencias es el mismo, el experimentador es lo experimentado, el observador lo observado, el pensador el pensamiento.

Por lo tanto la respuesta a la pregunta de ¿A quien se le apareció ese pensamiento? Es a mí. Y si inmediatamente nos preguntamos.

¿Quién soy yo?

El movimiento del pensar se detiene, la mente sé intro vierte al darse cuenta de que es ella misma la que pregunta y la que da la respuesta, por lo que se produce una transmutación y el pensamiento cesa.

Para acallar la mente engañosa de los deseos, miedos, apegos etc. Uno a de darse cuenta de que es la mente la que los produce y los experimenta, y para percatarse de esto sé a de preguntar cada vez que aparezca un pensamiento ¿a quien se le apareció ese pensamiento? La respuesta será que a mí, entonces nos preguntamos

¿Quién soy yo?

¿A quien se le apareció ese pensamiento? A mí

¿Quién soy yo?

No debemos de aceptar ninguna respuesta que nos pueda llegar a la pregunta de ¿quien soy yo? Pues todas las repuestas proceden de la mente, del conocimiento y el conocimiento es memoria y la memoria es del ayer. No puede existir tal cosa como el conocimiento presente, el conocimiento es traído al presente por medio de la memoria pero nunca es del presente, el conocimiento es del pasado.

Todo cuanto sabemos es a través del conocimiento. Cuando miramos una rosa- o cualquier otra cosa- lo hacemos basándonos en el conocimiento que tenemos del objeto que observamos, en este caso al objeto lo llamamos rosa, ese es el conocimiento que tenemos de este objeto, que es una flor y el nombre que le hemos dado es de rosa y si ampliásemos nuestros conocimientos botánicos podríamos decir muchas mas cosas sobre esa flor. Pero todo esto indicaría que tenemos un gran conocimiento sobre botánica y el tener conocimientos sobre las cosas esta muy bien, el problema está en que mientras adquirimos grandes conocimientos nos olvidamos del conocedor, el conocedor es el observador, el pensador, el experimentador. Cuando deleitamos nuestro sistema olfativo con el olor de la rosa, es el experimentador el que experimenta esa sensación tan agradable, mientras que el pensamiento dice lo grato que es, el observador observa su colorido su textura y el conocedor la reconoce como una rosa. El observador, el pensador, el experimentador y el conocedor es el mismo.

Cuando miramos una rosa nuestro conocimiento se queda a medias si nos olvidamos del conocedor. Por lo tanto cuando miramos una rosa tenemos que mirar en tres direcciones, es decir a lo conocido- la rosa- el conocedor- tu- y la relación que existe entre ambos- el conocimiento –

Siempre tenemos que estar atentos a nosotros mismos, al conocedor, el pensador, el experimentador. Ahora estas leyendo esto y té estas olvidando del conocedor, del pensador, toda tu atención esta enfocada en la lectura y te olvidas del que está leyendo y es más importante el que lee que lo leído, el que escucha que el que habla.

El que diserta puede decir cosas muy bonitas e interesantes incluso nos pueden parecer verdaderas, pero carecen absolutamente de valor pues están basadas en su conocimiento, sus experiencias y esto nada tiene que ver contigo, uno a de tener sus propias ideas, pensamientos o experiencias y para esto es necesario el autoconocimiento y para conocerse a uno mismo no necesitamos de las ideas, pensamientos, conocimientos y experiencias- por muy hermosas que éstas sean- de los demás, pues pueden ser verdaderas o falsas y son sus experiencias, sus conocimientos y no los nuestros. Cuando aparece un pensamiento condicionado como << yo sé que es dios, yo sé que es él mas allá, yo soy el alma etc. >> pregúntate a ti mismo

¿Quién te dijo eso?

Veras que las respuestas provienen de la mente del conocimiento, la memoria. Eres tu mismo quien hace la pregunta y el que da la respuesta. Es tu conocimiento, tu memoria, lo aprendido de los demás a través de los diferentes medios de comunicación el que responde. Las diferentes respuestas que se puedan dar no son nuestras aunque creamos lo contrario, tan solo son meras repeticiones de lo que otros nos han dicho y nosotros tomamos como nuestra.

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